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- ¿Qué es la leishmaniosis?
La leishmaniosis es una enfermedad infecciosa que afecta a más de 90 países del mundo, especialmente en las regiones tropicales y subtropicales. Se estima que cada año se producen entre 700.000 y 1 millón de casos nuevos de leishmaniosis humana, y que unos 20.000 a 30.000 mueren por esta causa.
La leishmaniosis es causada por un parásito microscópico llamado Leishmania, que existe en diferentes especies y que puede provocar distintas formas clínicas de la enfermedad. En España, la especie más frecuente es Leishmania infantum, que se transmite por la picadura de un mosquito del género Phlebotomus, conocido popularmente como flebótomo o mosca de arena.
El ciclo de transmisión de la leishmaniosis es el siguiente: el mosquito se infecta al picar a un animal o a una persona que tiene el parásito en la sangre. Luego, el mosquito pica a otro animal o a otra persona y le inyecta el parásito junto con su saliva. El parásito se multiplica en las células del sistema inmunitario del huésped, y puede causar diferentes síntomas según el tipo y la localización de la infección.
La leishmaniosis puede afectar tanto a los animales como a los humanos, pero los principales reservorios de la enfermedad son los perros. Se calcula que en España hay unos 2,5 millones de perros infectados por Leishmania, lo que supone un riesgo para la salud pública y animali.
- ¿Qué tipos de leishmaniosis existen?
Según la forma clínica que presente la infección, se pueden distinguir tres tipos principales de leishmaniosis:
- Leishmaniosis cutánea: es la forma más común y se caracteriza por la aparición de úlceras o nódulos en la piel, que pueden cicatrizar espontáneamente o persistir durante meses o años. En algunos casos, puede haber afectación de las mucosas de la boca, la nariz o la garganta, lo que se denomina leishmaniosis mucocutánea.
- Leishmaniosis visceral: es la forma más grave y potencialmente mortal, y se produce cuando el parásito invade los órganos internos, como el bazo, el hígado, la médula ósea o los ganglios linfáticos. Los síntomas pueden incluir fiebre, pérdida de peso, agrandamiento del bazo y del hígado, anemia, disminución de las defensas y sangrados.
- Leishmaniosis difusa: es una forma rara y severa, que se da cuando el parásito se disemina por todo el cuerpo y afecta a la piel, los huesos, los músculos, los nervios y otros tejidos. Los síntomas pueden ser similares a los de la leishmaniosis cutánea o visceral, pero con una mayor extensión y gravedad.
- ¿Cómo se diagnostica y se trata la leishmaniosis?
El diagnóstico de la leishmaniosis se basa en la combinación de los síntomas clínicos, los antecedentes de exposición al mosquito, los hallazgos de laboratorio y las pruebas de imagen. Entre las pruebas de laboratorio, se pueden realizar análisis de sangre, cultivos, biopsias o pruebas moleculares para detectar la presencia del parásito o de sus anticuerpos.
El tratamiento de la leishmaniosis depende del tipo y la severidad de la infección, así como de las características del paciente. En general, se utilizan medicamentos antiparasitarios que se administran por vía oral, intramuscular o intravenosa, durante varias semanas o meses. Algunos de estos medicamentos son el antimoniato de meglumina, la anfotericina B, el miltefosina o el paromomicina.
El tratamiento de la leishmaniosis tiene como objetivos curar la infección, prevenir las complicaciones, aliviar los síntomas y evitar la transmisión. Sin embargo, el tratamiento no garantiza la eliminación completa del parásito, por lo que puede haber recaídas o resistencias. Además, el tratamiento puede tener efectos secundarios, como náuseas, vómitos, dolor abdominal, alteraciones cardíacas o renales, entre otros.
- ¿Cómo se previene la leishmaniosis?
La prevención de la leishmaniosis se basa en la reducción del riesgo de exposición al mosquito y en el control de la infección en los animales. Algunas de las medidas de prevención que se pueden tomar son las siguientes:
- Evitar las picaduras de mosquito, especialmente al atardecer y al amanecer, que son las horas de mayor actividad del flebótomo. Para ello, se recomienda usar ropa que cubra la mayor parte del cuerpo, aplicar repelentes de insectos en la piel y en la ropa, usar mosquiteras en las ventanas y en las camas, y evitar las zonas con alta densidad de mosquitos, como los lugares húmedos, oscuros y con vegetación.
- Proteger a los perros de las picaduras de mosquito, mediante el uso de collares, pipetas o sprays repelentes, que se deben renovar periódicamente según las indicaciones del fabricante. También se puede vacunar a los perros contra la leishmaniosis, lo que reduce el riesgo de desarrollar la enfermedad y de transmitirla a otros animales o a los humanos. La vacunación se debe realizar bajo supervisión veterinaria, y se debe combinar con otras medidas de prevención.
- Controlar la infección en los perros, mediante la realización de pruebas periódicas para detectar la presencia del parásito o de sus anticuerpos. Si se confirma el diagnóstico de leishmaniosis, se debe iniciar el tratamiento adecuado lo antes posible, y se debe evitar el contacto del perro con otros animales o con los humanos, especialmente con los niños, los ancianos o las personas con el sistema inmunitario debilitado.
- Notificar los casos de leishmaniosis, tanto en los animales como en los humanos, a las autoridades sanitarias y veterinarias, para que se puedan tomar las medidas de vigilancia y control pertinentes, y para que se pueda realizar un seguimiento adecuado de la evolución de la enfermedad.
- ¿Cuál es la situación de la leishmaniosis en España?
La leishmaniosis es una enfermedad endémica en España, donde se registran entre 150 y 300 casos anuales de leishmaniosis humana, y unos 4.000 casos de leishmaniosis canina. La distribución de la enfermedad varía según las zonas geográficas, el clima, la densidad de población, el grado de urbanización y la presencia de reservorios animales.
Según un estudio realizado por veterinarios españoles, las provincias con mayor seroprevalencia de infección por Leishmania infantum en perros son Islas Baleares (57,1%), Ourense (40,9%), Málaga (38,8%) y Cáceres (36,8%). Por el contrario, las provincias con menor seroprevalencia son La Coruña (2%), Pontevedra (2,1%), Lugo (2,2%), Asturias (2,4%) y Cantabria (2,5%).